Un año después

Por estas fechas se cumple un año desde que me mudé a mi nuevo palomar, el segundo y parece que definitivo en Madrid. Durante estos meses he visto llover (poco, mucho y a mares), he visto granizar (con bolas de hielo del tamaño de una moneda de euro), he visto nevar (aunque no mucho) y he visto como el termómetro pasaba en unos meses de marcar 40º a bajar de cero... y lo mejor de todo esto es que las palomas ni se han enterado. Han estado siempre sanas sin necesidad de preocuparme por ellas, más que lo justo y necesario... comida buena, un poquito de vinagre de manzana, sedochol y levadura de cerveza. Con eso ha dado de sobra, muda incluida, para que las palomas estén listas para el combate.

Visto lo visto, parece que por fin tenemos palomar... y como palomas buenas hay de sobra, ahora sólo falta que también haya buena mano para poder divertirnos el año que viene.

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