Vecinos

Bueno... que les voy a contar de los vecinos que ustedes no sepan. Todo colombófilo "de ciudad" sabe que tiene que vivir siempre haciendo equilibrios en el alambre para no cabrear a los vecinos y evitar así las correspondientes denuncias, pero yo no voy a hablar de esos vecinos. Yo me refiero a los vecinos colombófilos. Esos que, a pesar de compartir afición y sufrimientos, a veces son un poco... cabroncentes (por decir algo suave).
Para no contar nada de oídas, me limito a relatarles mi última experiencia con este tipo de vecinos y saquen luego ustedes conclusiones, a ver si tenemos o no lo que nos merecemos, ni más ni menos. Antes de empezar, les pongo en antecedentes de que vivo en una zona con pocos palomares, para lo que es Canarias. Somos cuatro palomares de mensajeras en una misma calle, pero una calle bastante larga... de una par de Kms, quizás. Aunque soy poco amigo de andar con visitas a los palomares de los vecinos, me pusieron en el compromiso de devolver una visita previa a mi casa y allí que me planté. Una vez en casa del vecino, lo típico... que mira este pichón, que mira este otro, que esté año van a dar caña, etc... En una de estas, me saca un par de pichones y me dice "...mira, de lo mejor de este año..." y "...coge también los hermanos... son del macho inglés de "fulanito de tal" (su mejor macho) y de una hembra holandesa, que cogí en el palomar. Venía hecha polvo y se dejó agarrar fácil, pero desde que le di de comer y agua se iba a matar para marcharse". Esto último me hizo poner los pelos de punta y, tras un par de preguntas, quedó claro que la paloma era una hembra azul que se me había escapado de casa hacía ya casi un año. El colega, lejos de ponerse colorado, intentó escabullirse con el argumento de que no podía ir avisando a todo el mundo cada vez que le entrara una paloma en el palomar. Manda H... ni que fuéramos 200 colombófilos en el barrio. Además, está claro que de Holanda volando no vino... así que debía ser de algún palomar cercano y si, además, ves al animal loco por volver a casa (estaba con pichones cuando se me escapó) la podía haber soltado... darle, al menos, una oportunidad de volver a casa. Tras la primera estrategia fallida, pasó luego a la de la desconfianza. A preguntarme si estaba seguro que esa era mi paloma, que si tenía el pedigree, que la paloma llevaba mucho tiempo perdida, que por qué no la había buscado antes, etc... En resumen, una situación de risa... un interrogatorio al estilo de los Hombres de Paco. Como evidentemente tenía todo los papeles, le dije que ya me marchaba, pero otro día me pasaría a buscar la paloma y le traía el pedigree, para que no hubieran dudas.
Llegada la segunda visita, nueva estrategia del vecino para no devolver la paloma... el desprestigio... que si las palomas extranjeras no valen en Canarias, que si él sólo le tiene fe a "las palomas canarias", que la anilla y el pedigree no dicen nada de una paloma (en el caso que les relato hay que tener en cuenta que hablamos de una paloma que es hermana del Drie Nullen de Martha van Geel, así que cuidado con el pedigree que tiene la señorita...), que él le crió por criarle pero que la hembra no le convence, que no es su tipo de paloma, etc... Ante esta charla, yo le doy la razón, pero insisto en que me la llevo, porque para eso es mía y como tal la pagué religiosamente, pero... ahí no acaba todo. Como la realidad siempre supera a la ficción, en medio de todo esto llega el dueño del macho inglés que le había echado a mi hembra y, como la discreción no es la mayor virtud de los colombófilos, me cuenta que él también se quedó con unos cuantos pichones de la pareja que hizo a medias con mi vecino y que no sólo le echaron ese macho sino también un hijo del macho que tiene viajado de Agadir... joooer... si es que le sacaron más pichones en un año que yo desde que la compré en 2006. Como tampoco tenía ganas de cogerme calenturas, me limité a comentarle de donde venía la hembra, que ya no quedan muchas como ella, porque su padre es del 1997 y no debe andar para alardes, y que, si le gustaba algún pichón de los que le había criado, no sería mala idea dejarlo en la reproducción. Acto seguido me volví para casa, no sea que la siguiente estrategia para quedarse con la paloma fuera la de soltar al pastor alemán.... je,je,je,je...

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